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Andrea Morínigo, periodista paraguaya radicada en Bélgica.
A mí me tocó ver el atentado por las noticias. He escuchado testimonio por la radio y he hablado con amigos y amigas que viven en Bruselas, así que imagino que el shock de la gente que lo vivió (y vive) de cerca es mucho más fuerte. Más allá de la muerte de personas inocentes, que nos duele a todos, me preocupa lo que esto acarrea consigo. Me preocupa que la declaración de estado máximo de alerta terrorista (nivel 4) esté convirtiendo a este país en un Estado militar-policial, donde se ven uniformados con armas de guerra por todos lados y adquieren superpoderes, “permisos especiales” para matar sin procesos a cualquier “sospechoso” de terrorismo, entre otras cosas, y que libertades democráticas básicas sean quebrantadas. Peor aún, que la gente, en medio de su miedo y su repudio al terror, aplauda e incluso pida más militares en la calle. Y me preocupa el racismo, el racismo que crece en toda Europa y lo que hace unas décadas, después de la negra historia de los nazis, era totalmente repudiado, ahora vuelve a ser tolerado (se ve en las urnas también claramente) y encuentra un terreno fértil. Expresiones racistas no sólo se escucha por la calle, entre la gente común, sino directamente de los que gobiernan el muy “civilizado” estado occidental -en este caso del de Bélgica- como el ministro de asilo y migración Theo Franken, un tipo de derecha que aprovecha muy bien los últimos ataques terroristas para desplegar una política de odio, de expulsión y de miseria para todos los inmigrantes.
Me preocupa que en esto se de en un contexto en el que en toda Europa se estén aplicando medidas durísimas de austeridad, que está terminando paso por paso con las bellas décadas del tan ponderado Estado de Bienestar y que los ataques terroristas están dando la excusa perfecta para la represión a cualquier tipo de manifestación de inquietud. Me preocupa que las medidas antiterroristas, como en todo el mundo después del 11 de septiembre del 2001, sólo sirvan para reprimir más a cualquier ciudadano, y que esté dirigido realmente a los terroristas.
Aquí hay miedo
El miedo, la indignación y el dolor vuelven ciego al pueblo europeo, que no logra ver que la solución no es más guerra en Siria y en los países donde el IS tiene gran control, ni más bombardeos sobre civiles (mujeres y niños): La política antiterrorista sólo está generando más terror. El miedo está llevando al crecimiento de la ultraderecha y eso significa más muerte.
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