Según Sebastiano Bruno, recién a partir del 2001 se conoció que España era un lugar de destino de la migración. “Sin dudas, ha sido un fenómeno visible, con un impacto cualitativo diferente a la histórica dinámica migratoria hacia Argentina. Las dificultades para establecerse, las restricciones documentarías y los obstáculos para circular fueron recurrentes en esta migración, cuyo aspecto más saliente fue el protagonismo femenino”.
El investigador refirió que se suele exagerar con los números, y los datos más fiables son los del censo de ese país. “A la hora de dar cifras, los imaginarios sociales han cuantificado la migración hacia España como un fenómeno de “cientos de miles”, así como se cree que hay “millones” de paraguayos y paraguayas en Argentina. También se ha representado que con la crisis española, esos “cientos de miles” han regresado en masa. Al respecto, la reciente publicación de los resultados censales de España permite tener una visión más reflexiva, poniendo en cifras las ideas que circularon en torno a esta corriente migratoria”. “La colectividad emigrante paraguaya fue la que más creció, en términos relativos, en España entre 2001 y 2011. En 2001 residían allí 2.082 personas nacidas en Paraguay, mientras que en 2011 la colectividad paraguaya alcanza las 79.850 personas. Este crecimiento (que equivale a multiplicar 38 veces la población emigrante) tuvo un claro rostro femenino. Siete de cada diez migrantes en España son mujeres, proporción que marca una gran diferencia con el destino tradicional argentino, donde en 2010 el componente femenino representa el 55,6%”, explica Bruno.
“Demográficamente, existe otro aspecto saliente de la migración a España. No solo se trata de mujeres, sino particularmente de mujeres jóvenes. Del total de la población emigrante paraguaya en España, el 52% (42.084) son mujeres de entre 20 y 44 años de edad. Las implicatorias productivas (por los crecientes avances en el perfil educativo) y reproductivas, derivado de los roles de género, a meritan un análisis más pormenorizado”, afirma Bruno, quien recomendó un artículo de la investigadora paraguaya Sofía Espíndola en la compilación “Emigrantes. Perspectivas (críticas) en torno a los procesos migratorios en Paraguay” (Ape, 2011).
El 32,3% de los paraguayos y las paraguayas reside en Madrid, mientras que el 18,1% lo hace en la región de Catalunya, donde tiene su asiento la ciudad de Barcelona. “Entre ambas áreas, se agrupa la mitad de los paraguayos y paraguayas en España, lo que marca un fuerte componente metropolitano”, explica Sebastián Bruno. Aunque también se sabe de la existencia de paraguayos que van a trabajar en la agricultura española, la mayoría se concentra en la ciudad. “En menor medida, existen contingentes más pequeños en Andalucía y Castilla-La Mancha. Asimismo, la dispersión en el territorio hace que en cada provincia española pueda encontrarse presencia paraguaya”, sostiene
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